Hace unos meses en Whaticket decidimos dar un paso muy importante: hacer un rebranding. Y aunque muchos lo asocian únicamente con un cambio de logo o colores, para nosotros fue mucho más que eso. Fue un proceso de introspección, estrategia y evolución.
Hoy quiero contarte cuándo es el momento correcto para hacerlo, cómo vivimos este cambio en Whaticket y los aprendizajes que nos dejó, con la intención de que te sirva si estás pensando en transformar la identidad de tu empresa.
¿Qué significa hacer un rebranding?
Hacer un rebranding significa renovar o transformar la identidad de tu marca para que refleje mejor lo que son, lo que ofreces y hacia dónde quieren ir. No se trata solo de cambiar un logo o colores. Un rebranding abarca tanto la parte visual (logo, tipografía, paleta de colores, diseño) como la parte estratégica (propósito, valores, tono de voz, experiencia del cliente).
En pocas palabras, es darle nueva vida a una marca para que sea más coherente, atractiva y competitiva, sin perder su esencia.
¿Cuándo es el momento correcto para un rebranding?
Un rebranding no es un capricho ni una moda. Es una decisión estratégica que debe responder a señales claras. En nuestra experiencia, hay al menos tres detonantes que te dicen que es hora de replantear tu marca:
- Tu marca ya no refleja lo que eres hoy. Evolucionas, tu producto crece, tu equipo madura… pero tu imagen se queda atrás.
- El mercado cambia. Los clientes esperan más profesionalismo, cercanía o innovación, y tu identidad actual no lo comunica.
- Quieres expandirte a nuevos públicos o regiones. Lo que funcionaba localmente quizá no sea suficiente para competir globalmente.
En nuestro caso, la razón fue clara: necesitábamos que nuestra marca transmitiera nuestros nuevos valores: simplicidad, relaciones que inspiran y mentalidad innovadora. Además, la identidad que teníamos ya no estaba a la altura de lo que realmente éramos y a pesar de nuestro crecimiento seguíamos percibiéndonos como una startup y no como una solución consolidada y confiable.
Los pilares de un rebranding exitoso
Durante este proceso, descubrimos que un rebranding no puede hacerse solo desde el diseño; tiene que estar sostenido por pilares sólidos:
- Propósito y visión clara. Antes de elegir un color o una tipografía, debes saber qué representa tu marca y hacia dónde quieres llevarla.
- Escucha activa. Hablamos con clientes, usuarios y nuestro propio equipo para entender cómo nos percibían. Esa retroalimentación fue oro puro.
- Consistencia. Una marca no se construye solo en la web, sino en cada punto de contacto: desde la atención al cliente hasta las campañas de marketing.
- Comunicación interna: Tu equipo es el principal embajador de tu marca. Involúcralos en el proceso, explícales el porqué del cambio y asegúrate de que todos entiendan y se alineen con la nueva visión.
El proceso de rebranding en Whaticket
Nuestro rebranding fue un proyecto meticuloso que dividimos en fases claras para asegurar que cada aspecto fuera cuidadosamente considerado.
1. Diagnóstico inicial
El primer paso fue mirar hacia adentro. ¿Quiénes somos ahora? ¿A dónde queremos llegar? ¿Qué valoramos como empresa?
Este ejercicio nos ayudó a redefinir nuestra misión, visión y valores. Identificamos qué no funcionaba de nuestra identidad anterior: se percibía más como una startup en crecimiento que como una solución consolidada y confiable.
2. Desarrollo de la nueva identidad verbal y visual
Con toda la información recopilada, comenzamos a construir la nueva marca.
- Identidad verbal: Definimos un nuevo tono de voz: claro, directo, profesional y de apoyo. Creamos una guía de estilo para asegurar que todas nuestras comunicaciones reflejaran esta nueva personalidad.
- Identidad visual: Nuestro quipo de diseño trabajo para traducir nuestra estrategia en elementos visuales. Esto incluyó el logo, una paleta de colores más moderna y profesional, y una tipografía que mejorara la legibilidad. Cada elección fue intencionada para transmitir simplicidad, accesibilidad y eficiencia.
3. Implementación y lanzamiento
Esta fue la fase más compleja. Creamos un plan detallado para actualizar todos nuestros activos de marca de manera coordinada. Esto incluyó:
- El rediseño completo de nuestro sitio web. Iniciando por las landing pages con más tráfico.
- La actualización de la interfaz de nuestra plataforma.
- La renovación de nuestros perfiles en redes sociales.
- La creación de nuevas plantillas para correos electrónicos y presentaciones.
El día del lanzamiento, comunicamos el cambio a nuestros clientes y al público general, explicando el porqué del rebranding y qué podían esperar.
Aprendizajes clave de nuestra experiencia
Un proyecto de esta magnitud siempre deja lecciones valiosas. Quiero compartir contigo las nuestras para que puedas anticiparte y planificar mejor.
Lo que funcionó bien:
- Involucrar a todo el equipo: Hacer que el rebranding fuera un proyecto de toda la empresa generó un gran sentido de pertenencia y alineación.
- Planificar la implementación de forma detallada: Tener una checklist evitó que se nos pasaran por alto detalles importantes y aseguró una transición fluida.
- La esencia no se toca. El mayor miedo era perder lo que nos hacía únicos, pero aprendimos que la esencia no está en un logo: está en la forma en que resolvemos problemas y nos relacionamos con nuestros clientes.
Los retos que no anticipamos:
- El rebranding toma más tiempo del que imaginas. No es solo diseñar, es alinear procesos, mensajes y equipo.